Es una reserva natural situada en el pleno corazón de la selva del Litoral Pacífico, a dos horas de la ciudad de Cali, yendo hacia Buenaventura. Conocer San Cipriano es trasladarse en el tiempo, descubrir un medio de transporte propio de este lugar, adentrarse en la selva, acercarse a la naturaleza, sentir el viento húmedo en la cara y revivir la infancia.
COMO LLEGAR
En vehículo privado o en transporte público, el turista llega desde Cali a la población conocida como Córdoba, ubicada en la Vía al Mar que va desde Cali a Buenaventura. Desde allí, a San Cipriano se accede en un medio de transporte bastante pintoresco, denominado brujita.
Un carrito de balineras que se desliza por los rieles del tren es el medio de transporte para llegar a esta reserva forestal de Buenaventura.
Esto es la brujita una plataforma de madera con balineras bien ajustadas que la deslizan por los rieles del tren. En el pasado, para movilizar la plataforma se utilizaba un palo de madera con el que el conductor empujaba el vehículo. Hoy en día, las brujitas son empujadas por una moto ajustada en la plataforma que impulsa este interesante medio de transporte.
Así, en las brujitas, se llega al poblado. De subida son treinta minutos; de bajada, veinte y en total, unos seis kilómetros. El camino va entre la selva. El viento golpea los rostros, se escuchan los cantos de aves, chillidos de micos y conciertos de cigarras. El viaje es realmente emocionante…
En San Cipriano, el río y los charcos que este forma, son cristalinos, verdes, transparentes. En un día soleado, los turistas pueden alquilar neumáticos y flotar por el río, de un charco a otro, entre la pared de la selva, entrando en contacto directo con la naturaleza, la flora y la fauna de esta región, una de las más biodiversas en el mundo.
solo llegan a San Cipriano quienes buscan placer para el espíritu. Y no es por alardear. Una vez se pisa suelo en esta lugar del Valle del Cauca se mezclan diversas sensaciones. Tiene de todo: paisajes hermosos para el alma, gente amable, comida deliciosa y mucha, mucha aventura. La única forma de llegar a San Cipriano, localizado en el kilómetro 26 de la línea férrea que muere en el puerto, es a través de una ¿brujita¿, un carro de madera con balineras que se desliza a prisa por las paralelas del tren. Por eso la adrenalina es la primera sensación que acompaña a los visitantes. La aventura se inicia cuando se llega en vehículo particular o transporte público al corregimiento de Córdoba, un poblado a orillas de la vía Cali-Buenaventura.
Allí los lugareños ofrecen sus servicios de guía y ponen a disposición las ‘brujitas’. El turista elige entre la ‘brujita’ común y la ‘motobrujita’, una adaptación con motocicleta que llegó por cuenta de un paisa hace unos cinco años. Mochila lista, protector solar y manos firmes para sostenerse de los banquitos de madera es lo poco que se necesita para empezar a disfrutar. En 20 minutos se recorren los tres kilómetros de vía férrea entre Córdoba y San Cipriano.
La ruta bordea paredes tapizadas de todas las tonalidades verdes, caídas espléndidas de agua que brotan de las montañas y palmas de chontaduro y flores silvestres, que contrastan con el paisaje hasta llegar a la reserva. En la ruta se encuentran casitas desperdigadas donde venden chicha, cocadas y chontaduro. Un paraíso de 3.500 metros Ese es el abrebocas para el disfrute y la recreación. La reserva de 8.534 hectáreas tiene a disposición de los turistas 3.500 metros a lo largo del río tutelar. La zona está dividida por sectores en los que se distribuyen las viviendas de los 572 nativos y 89 establecimientos, entre hoteles, hospedajes, restaurantes y discotecas.
Los visitantes pueden realizar caminatas por senderos que se conectan entre sí y que dan la oportunidad de conocer los apetecidos charcos, de entre tres y doce metros de profundidad. La Platina, por ejemplo, es escogido por quienes realizan prácticas de buceo. Las playas del río son extensas y hay cuatro sitios para acampar. Extrañamente, en esta zona no se necesita repelente, pues no hay mosquitos que incomoden, y se vive un curioso fenómeno que encanta a los niños: lluvias repentinas que refrescan el cálido clima. Quienes se animan a continuar el camino hacia la montaña pueden llegar hasta la quebrada La Barbacoana, con una caída de 18 metros de altura. Son dos horas a pie en las que no es extraño encontrar serpientes y uno que otro animal propio de la zona.
Dicen los lugareños que una experiencia inolvidable es la de lanzarse en flotador (los alquilan por 2.000 pesos) y recorrer el río en 45 minutos hasta llegar al caserío. Y en efecto la sensación es increíble. Sin embargo, deben hacerlo expertos nadadores porque la experiencia podría terminar en un susto. Solo a los pobladores se les autoriza pescar, y de ahí surge otra delicia del viaje.
El plato típico es el encocado de camarón, una crema exquisita que lleva yuca, plátano o papa y por lo menos cinco camarones, que se acompaña con arroz, rodajas de tomate y limonada fría. En los fogones de leña también se cocinan exquisitos sancochos de gallina, pescados, mariscos y pollo. Ahí no termina el paseo. Se puede regresar al río cuantas veces quiera o pegarse una bailadita en algunas de las discotecas. En San Cipriano no hay horarios.
Algunos lo prefieren como destino de un día. Otros aprovechan la infraestructura turística, todavía artesanal, para quedarse los días que consideren necesario, con tal de disfrutar de una travesía inolvidable. Si usted va El pasaje en buseta o taxi desde Cali hasta Córdoba cuesta 20.000 pesos, y el viaje se demora cerca de dos horas.
El costo de las ‘brujitas’ oscila entre 3.500 y 4.000 pesos por persona, por trayecto. En San Cipriano se pagan 1.500 pesos por un bono ecológico. Ese dinero garantiza que se encontrará con un paisaje limpio y seguro. Además, garantiza los primeros auxilios en el centro de salud. Son 89 los establecimientos que atienden a los visitantes. Hay unos 54 hoteles, hospedajes y cabañas.